martes, 11 de mayo de 2010

Te veo mañana

La invité a salir por décima vez. Ella siempre decía que no y mientras más "no´s" me daba, más curiosidad despertaba en mi.

Estaba acostumbrado a que me acosaran, no es que fuera guapísimo, es simplemente que yo debía aceptar que había algo en mi que las atraía y el qué me tenía sin cuidado mientras sirviera para algo. Es costumbre de las mujeres querer "cazarlo" a uno, asegurarse a una pareja, no se... ya lo había vivido, pero esta "niña" de 18 años seguía diciéndome que no y yo estaba seguro que lo hacía por orgullosa. Imaginaba que en el fondo ella quería decir si, pero debía averiguar por qué su respuesta, siempre, era negarse.

Ella no era una modelo pero era delgada y de piel blanca, casi tan blanca como la mía, ojos café o negro no podia distinguirlos, parecían sabios. Era raro verlos sabios en esa cara tan infantil y labios rojos, parecían un poco encendidos para no usar maquillaje, el cabello corto para mi gusto; pero ella tenía algo: solía demostrar timidez y nerviosismo hasta que alguien le hablaba, cuando ésto sucedía parecía que su orgullo la dominaba y contestaba con seguridad y firmeza, para luego volver a la introspección. Por alguna extraña razon eso me atraía. Quería conocerla bien.

La observé mientras la entrevistaban para una radio de Xela; los nervios a flor de piel, le temblaban las manos y jugaba mucho con su cabello y a juzgar por como se frotaba ambas manos, le transpiraban. Pero cuando al fin se decidía a ver a los ojos al locutor, por unos segundos, él tartamudeaba. Todos le hablaban, en el momento era la única mujer que cantaba rock y ¡hacía falta ver como se comportaba en el escenario!. Se la podían comer viva, pero los hipnotizaba antes de que sucediera.

Yo había hecho costumbre el invitarla a salir aunque supiera su respuesta por adelantado. No me importaba ser necio, la respuesta no cambiaba... pero probaría hasta que me dijera que si. Ya había perdido la esperanza de que sucediera, que hiciéramos algo simple en plan de amigos, cuando contestó que si. No le creí, le di mi tarjeta para que me llamara y a ella pareció no caerle en gracia. De todos modos yo estaba saliendo con Natalia, no era plan serio por el momento, pero quería ver hasta donde me llevaba el camino y Naty me hacía sentír bien.

Habíamos ido al cine y comíamos un helado cuando recibí la llamada de Ana. Me levanté de la mesa para alejarme un poco, era una llamada que no reconocí pero cuando me saludó me dí cuenta de quien era.

-Hola- le dije- ¿Entonces qué?, ¿Va a salir conmigo?-observaba a Natalia desde lejos para controlar si alcanzaba a escucharme.
-Para eso lo llamé ¿no?- me contestó en tono de broma.
-Paso mañana a las cuatro, póngame un mensaje con la dirección y su teléfono ¿le parece?
-bueno, adiós-dijo sin más.

Despues de todo ese tiempo ¿decía que si, simplemente?. Era misterio o chifladez. Seguía despertando mi curiosidad. Esperaba que no fuera una loca rematada porque yo ya había tenido suficiente con enfermas mentales. Regresé con Naty quien se portó mas dulce que nunca.

El día que salí con Ana me preparé como lo hacía a diario: llevé mi carro a lavar, lo usé durante toda la mañana para asegurarme que no fallara, lo llené de gasolina, saqué efectivo del banco y dejé otro poco para pagar con tarjeta si hacía falta. Pensé en pedirle el carro a mi tía, el de ella daba mejor impresión que el mío. Tenía varias opciones de lugares a donde ir dependiendo de lo que ella quisiera hacer. Charlie, mi amigo, me llamó para pedirme que lo fuera a traer a su trabajo y eso complicaba mi tarde, descartado el carro de mi tía, lo malo era que mi carro, un Datsun 280z, sólo tenía dos espacios.
Fernando mi mejor amigo, mi hermano, me avisó que mi pago estaba listo, lo cual remataba en complicación mi tarde: a su casa sólo iba en bus, no había donde dejar mi carro y encima era inseguro, ya me habían abierto el carro dos veces al dejarlo a pocas cuadras de ahí...¿como iba a hacer?...
Fernando vivía cerca de Ana y eso me daba sólo una salida. A ver si aguantaba, mis dos pendientes serían una especie de prueba para ella, un filtro y eso iba a ser realmente divertido de ver. Ojalá no le molestara.

Mi hermano me fué a dejar a casa de Fernando, después de recibir mi cheque y ver algunas cosas de trabajo, caminé hasta la casa de Ana. Quería ver su reacción al aparecerme sin vehículo. Pero no reaccionó. Salió caminando conmigo tranquilamente preguntándome cómo estaba.
-Vamos a ir a la Universidad de San Carlos a traer el carro-comenté mientras la observaba como ella no levantaba la vista del piso.
-ok-
-¿No le importa ir en bus?- pregunté cauteloso
-No, está bien.-levantó los hombros al contestar.

Después de ir por el carro fuimos a traer a Charlie. Ella tuvo que sentarse en el compartimiento para guardar cosas, entre un asiento y otro, mientras Charlie se sentaba en el asiento del copiloto. No pude distinguir si le molestó o no. Charlie bromeó todo el camino y ella sonreia con cada una de sus bromas pero tampoco demasiado. Iba algo callada, ni idea de qué llevaba en la mente.
Charlie se despidió al frente de su casa y decidimos ir al cine a ver Godzilla. Caminamos en el centro comercial dando vueltas sin rumbo, platicando mientras esperabamos la hora de la película. Ella era una mezcla de nervios y atrevimiento, según mi percepción, preguntaba poco sobre mi aunque contestaba todas mis preguntas directamente y sin rodeos. Pero no proponía tema alguno de conversación. Yo, esperaba que me alcanzara el dinero que tenía, también deseaba que ella no se pusiera exigente y me dejara en la ruina por unos días.

En la película empecé a tratar de leer su lenguaje corporal, me incliné hacia ella, se acomodó y se inclinó hacia mi, estuvimos en ese vayven hasta que le tomé la mano. Ella la recibió como si lleváramos años tocándonos. Sus manos eran pequeñas, suaves y sus brazos parecían poder quebrarse al menor movimiento de mi parte. El asunto iba bien. Llegamos a estar cerca pero ella no hizo ningún movimiento más.


Ella era agradable, recibía bien mis bromas y devolvía algunas muy buenas.
-¿como le gustan los besos?- le pregunté mientras paseabamos en el centro comercial al finalizar la película.
-ricos-me dijo, mientras miraba al suelo, luego de decirlo, me vio a los ojos riendo, con una picardía afrodisíaca. Se me erizó hasta la nuca.

Estuvimos jugando a hablar de besos un gran rato, mientras entrabamos a una que otra tienda a dis que ver que había, pero ella no daba indicios de querer recibir alguno. Tampoco yo estaba seguro de querer aventurarme a darselo. Cuando llegó el momento de irnos, al llegar al parqueo, ella quedó entre la puerta que le iba a abrir y yo. Fue un impulso, nos besamos. Fue un beso ardiente, paralizante, acalorado y excitante. Suspiró como si le doliera mientras la besaba y sentí que duraba más de lo acostumbrado. Ella sabía dulce. Pero un beso no fue entonces suficiente, yo quería más de su sabor. Supe que no era el último beso que yo le iba a dar ese día. Subimos al carro, yo solo pensaba en ese beso apasionado, húmedo, electrizante y deseaba más. Sentía la adrenalina mientras manejaba, un nerviosismo insoportable y quería llegar rápido para volver a besarla, quería volver a sentir ese calor, esa humedad.
Mientras, alcancé a llevar su mano en la mía, pero eso no era lo que yo quería en realidad.

Al llegar a su casa ninguno de los dos hizo señas de despedirse.
-¿Le gustó salir conmigo?- fue lo primero que dije, lo primero que pensé.
-si-contestó con timidez y sonriendo.
En ese momento se fue la luz. Se fue la luz así, sin más. Toda la cuadra estaba en penumbras. No podía ser más adecuado. Era mi momento de volver a sentir el dulce en la boca...
No entendí bien cómo, apareció por la ventana del carro, del lado de Ana y me sorprendió.

-Si van a seguir hablando haganlo en la casa- dijo casi gritando- pero ya son más de las diez y la calle está a oscuras.-tenía la cabeza metida por la ventana y Ana había dado un respingo. Era su mamá.

Ana destilaba veneno por los ojos, tal vez no vi bien, pero pude sentirlo y solo dijo -¡ya voy!- con un tono cortante y cierta altanería peligrosa. Su madre dio media vuelta y regresó por donde salió aunque yo no estaba seguro de por donde había sido.

Se acabó, pensé, se me había olvidado que era prácticamente una niña. Yo no estaba para "patear loncheras". Por más bien que se sintiera besarla, me visualicé invitandola a salir y ella negandose por "falta de permiso de mamá". Sería lo último que yo vería de esa salida.

Ana estaba evidentemente enojada. Y cuando empecé a despedirme me dijo:

-¿vas a volver mañana?-preguntó- "Ni loco", pensé.
-No se... no se cómo voy a estar de trabajo- fue mi respuesta final. Ella estuvo en silencio por unos segundos y dijo:
-¿Te doy un motivo para que regresés mañana?- dijo, "!¿Que?!" sonó en mi cabeza.

Se sentó en mis piernas, dándole la espalda al timon del carro y sus rodillas a mis costados apretándome levemente con ellas. Se pegó a mi pecho con el suyo. Me envolvió con sus brazos, una mano me agarro el cabello con ansias y la otra me obligaba a pegar más mi pecho contra el de ella, mientras me besaba de la manera más escalofriante. Su sabor era una mezcla de vainilla y gengibre, dulce y caliente, vivificante, picante y tierno a la vez. Un beso que sentí en el tuétano hasta quedar extasiado.

Ella me soltó y quedé estupefacto. Quedó a la espera de alguna reacción mía mientras me miraba directamente a los ojos.
-Te llamo mañana- alcancé a decir.
-Te veo mañana Arturo- me contestó con tono seductor.