martes, 28 de febrero de 2012

Paciencia y buen humor

Se requería más valor del que tenía para volver. Todavía no sabía si era una decisión inteligente o prudente, pero las maletas ya estaban. El viaje era un hecho.  Bastaron cinco años para curarse en su retiro y la idea de no estar sana cuando decidió retirarse hacía que dudara de estarlo. La señal de la sanidad en su alma se la daba su corazón. De lo que estaba segura era que enfrentaría cada uno de sus miedos pendientes, uno por uno y consideraba tener las armas para hacerlo, eso le daba esperanza.

Se fue con el Dios en la boca para saberse respaldada. Salió de madrugada ya cuando la ciudad dormía. No iba sola, no lo estaba, su hija dormía con la plena confianza en su madre. La observaba mientras darse cuenta de eso le daba mas fuerzas.  "No mirés atrás" se dijo a si misma "...solo hacia adelante, todo es por ella, ella lo merece y la luz tiene que estar al final de este gran túnel".

Llegó a casa. Lo entendió al llegar. Cada noche pedía indicaciones y prometía proceder con fe y calma. A través de los días y las conversaciones Dios le contestaba: "hace falta humildad para proveerse, pero hace falta más humildad para dejarse proveer"  "ahorita estás en modalidad amén, eso trae sus recompensas" "estos son tus limones, usalos bien y hacé lo que te nazca" "paciencia y buen humor, paciencia y buen humor"

Los días fueron pasando y sacaba sus conclusiones, trazaba los primeros bosquejos de su nueva vida. Repartió besos, abrazos y sonrisas. Pidió volver a soñar y contestarse el ¿qué querés hacer? y poco a poco, día a día, conversando consigo misma le llegaba la luz, la calma y la paz. Con paciencia y buen humor.

2 comentarios:

  1. Me gusta, ojalá tuviésemos cada día suficiente ración de esos dos ingredientes. Saludos

    Rogelio

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