viernes, 5 de marzo de 2010

HABLEMOS DEL PRINCIPIO...

A los 16 años me gradué del Instituto Angélica Rosa, o como la llamamos sus estudiantes: La Academia de Angélica. Fue después de 3 años de pasar mis años cúspide como adolescente asistiendo a diario a mis clases de canto. No soy producto de otro Maestro que no sea ella. Le vivo muy agradecida porque las atenciones que ella tuvo conmigo no puedo pasarlas por alto, no son cualquier cosa.

Al graduarme quedé como en un Limbo, porque tenía la base pero no tenía “calle”, es decir, experiencia fuera de La Academia en el "ambiente artístico". Estaba a punto de cumplir 17 años, estudiaba el quinto año de Secundaria en Magisterio para Pre-primaria, por lo que me desvelaba mucho. En mi casa la situación económica era insostenible, mi mamá hacía mil milagros diarios para mantener absolutamente sola a 4 adolescentes incontrolables. Recuerdo bien que ella trabajaba tiempo completo y era yo quien se encargaba de la casa, de cocinar y atender a mis hermanos. Por turnos nos tocaba acostar a mi hermano mayor quien está en silla de ruedas a causa de la Distrofia Muscular que le fue diagnosticada. Era muy complicado, no se cómo pero lo lográbamos. Después de acostarlo, alrededor de las 10:30 yo empezaba a hacer mis Tareas del Colegio y muchas veces no dormía. Tengo fotos mías en plena clase del colegio durmiendo y de mis compañeras con caras de: “se durmió”.

Probablemente por la edad, en esa época hice cosas temerarias. Por ejemplo una vez me fui a un concierto sin tener la certeza de cómo me iba a regresar y paré regresando a pie, desde el Estadio del Ejército hasta la 10 calle y 10ª avenida zona 1. Me desmayaría de imaginar que mi hija hiciera algo parecido, por supuesto que mi mamá nunca supo la entera verdad, ella supongo, sigue creyendo que me fueron a dejar y así fue pero no sabe que fue a pie y que me atravesé la zona 1 .

Una de mis actuaciones temerarias iba a tener una repercusión en mi vida difícil de imaginar. Una noche, a las 3 de la mañana, estaba haciendo material didáctico y escuchando la principal emisora de música Rock de 1997 en Guatemala. A esas horas, había un locutor que anunciaba clasificados y escuché el anuncio que daría el giro a mi vida: “Una banda de rock está buscando una voz femenina para ser vocalista, las interesadas deben comunicarse con Jorge a… (Tal teléfono) para que le realicen una audición”. No pasaron más de cinco segundos y yo ya tenía el teléfono y estaba marcando. Lo hice sin pensarlo, fue un impulso que no puedo describir. Concerté la cita para dos días después ,debajo del puente peatonal del Colegio Italiano para hacer mi audición. Debía llevar material para cantar.

Ahora que lo pienso, ¿a que clase de muchachita inconsciente se le ocurre ir, sola, a reunirse con quien sabe quién para irse a meter a quien sabe donde a cantar un par de canciones? Si, a mí. A mi mamá no le mentía, nada más le decía una parte de la verdad: Mami, voy a una audición. Ya dejé todo hecho y regreso antes de las 7. Si yo hacía lo que me correspondía, ella no me hacía líos para que yo saliera, lo que si me pedía era que la llamara constantemente para saber que yo estaba bien, cosa que yo cumplía religiosamente.

Llegué al lugar de encuentro puntualmente y a los pocos minutos apareció un grupo numeroso de muchachos con el pelo largo, uno tatuado, todos con planta de matones, camisetas negras de bandas “gruesas” según yo, todos mucho más altos y grandes que yo. Eran alrededor de ocho. Nos saludamos cordialmente y me explicaron que íbamos al lugar donde normalmente ensayaban. Yo iba muy nerviosa, quería el “trabajo” y no sabía como estaba la competencia, era tímida fuera del escenario, no extrovertida como ahí arriba, iba eso si, como siempre estoy antes de cantar: con un agujero en el estómago. Ellos eran como niños, caminaban molestándose y golpeándose, se notaba que estaban nerviosos, no sabían como comportarse delante de una mujer, eso si era evidente.

Llegamos al lugar, era un terreno muy grande con área verde, con una especie de “bosque” hasta el fondo que iba a dar a un gran barranco, en medio del terreno una casa de dos niveles y mas hacia la entrada una casa de madera como en ruinas, ese era el lugar de ensayos. Adentro tenían colchonetas llenas de polvo y tierra, un equipo de sonido, y los instrumentos: dos guitarras eléctricas, un bajo y la batería, si mucho un par de pedales individuales cada guitarrista, los amplificadores no eran la gran cosa. Ya han pasado algunos años y hay varios detalles que no recuerdo bien. Según recuerdo hablamos poco y me pidieron lo que llevaba de música. Eran un par de discos para cantar “encima”, les expliqué que yo no componía, sino que sólo cantaba. No tenía experiencia haciendo segundas o quintas, eso vino muchos años después. Ellos aseguraron que eso de componer se aprendía con la práctica. (jajajaja)

Eran ocho porque estaban los 4 integrantes de la banda y los amigos que también darían su visto bueno. Todos en los primeros años de la Universidad, de la banda: uno en Medicina, dos en Ingeniería y uno en Arquitectura full San Carlos. Me dieron el micrófono y recuerdo perfectamente que se lanzaron en las colchonetas como niños a punto de ver un programa favorito en la tele y se levantó esa nube de polvo. A mi podía tragarme la tierra en ese momento. Sólo uno se quedó al lado del equipo para manejarlo.

Mi audición fue con Zombie de The Cramberries, una de mis canciones favoritas y con You oughta know de Alanis Morisette además de Don´t speak de No Doubt. Les gustó, ya después de la de Alanis me anunciaron que estaba en la banda pero aun así me hicieron cantar la tercera. Me contaron que en menos de 15 días tenían un "toque" en Rock Teens y que la cantante anterior se salió y ellos debían cumplir con el compromiso. Me dieron un casette con las canciones de ellos cantadas por mi antecesora con quien se llamaban Rosa Negra; pero cantante nueva nombre nuevo y ahora yo pertenecía a: ADN. El nombre que más me gustaba era el anterior pero al no tener ni horas de estar en la banda me pareció de mal gusto hablar al respecto.
Me recitaron el reglamento interno: yo no podía hacerme novia de ningún integrante y debía darme a respetar como mujer ante el público que era despiadado. Las decisiones eran tomadas por votación y con todos los miembros, ahora incluida yo. Después de pasar ahí un gran rato platicando, oyendo sus canciones y conociéndonos regresé a mi casa puntual para dar la cena y para ponerme pronto a aprender de memoria : Nuestra Historia, Otra Vez y 40 cervezas entre otras... para mi primer toque.

2 comentarios:

  1. ¡Alucinante! Lo mejor de todo es que hicieras realidad lo que en algún momento de nuestras vidas fue un juego infantil. Ya estoy ansiosa por saber qué sigue. ¡Ah! ¡Y bienvenida a Blogger!

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  2. Iskra, mi amiga... qué puedo decir, esos tiempos no los cambiamos por nada, posiblemente esa etapa fue cuando cada quién inició a hacer sus vidas, pero lo que si es que antes de eso fue GENIAL, todos hacíanos lo que nos pedían nuestros papás para poder hacer lo que soñábamos !! CANTAR, PARARNOS EN UN ESCENARIO, creo que incluso en algun post podríamos mencionar las idas a la Antigua...jajajaja y las locadas de los adolescentes sedientos de escenarios !! TQM AMIGA !!!

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